Salud Pública en el Perú: Un Seguro con Más Fe que Cobertura

Dicen que el Perú es un país de creyentes. Y no lo digo solo por las procesiones, los milagros y las estampitas de la Virgen colgadas en los taxis. No. Lo digo porque hay que tener una fe inquebrantable para creer que el Seguro Integral de Salud (SIS) o Essalud te van a salvar de algo que no sea la paciencia.

El seguro médico peruano es una maravilla. Literalmente: uno se maravilla de que exista y aún más de que funcione… aunque sea solo en los papeles. Desde el momento en que un ciudadano se afilia, entra a una especie de lotería celestial: si tienes suerte, te atienden; si tienes más suerte, encuentras cama; y si eres tocado por la mano de Dios, quizás haya una pastilla de paracetamol para ti. Eso sí, vencida.

¿Tienes una emergencia? Tranquilo. Tienes que hacer tu cola con calma, pasar por cuatro ventanillas, llenar tres formularios (dos de los cuales están manchados con chicha morada), y finalmente te dirán que no hay doctor… pero que puedes volver el martes del próximo mes o dentro de los tres siguientes meses.

El sistema es tan eficiente que si tienes una dolencia menor, probablemente se te cure mientras haces el trámite. Si es grave, bueno, que Dios te tenga en su gloria. Porque, como todo buen peruano sabe, la verdadera atención médica está en la fe, en los remedios caseros y en el vecino que alguna vez estudió enfermería pero no terminó.

Y no hablemos de la corrupción, porque ahí sí se pasaron de receta. En este país se roban hasta los guantes quirúrgicos. Hay hospitales donde las tomografías se hacen en el “centro de imágenes” que está… ¡a tres cuadras del hospital! Claro, un centro “privado” que por coincidencia es de la prima del primo del exministro. Cero conflicto de intereses. Todo bien.

El presupuesto para salud se invierte cuidadosamente: 10% en infraestructura, 5% en medicamentos, y el 85% restante en consultorías, pasajes a eventos internacionales y remodelación de oficinas con aire acondicionado… no para los pacientes, claro, sino para los gerentes que sufren mucho desde sus escritorios acolchados.

¿El SIS? Más que Seguro Integral de Salud, parece Significa Irte Solo. Porque ni esperes que cubra una cirugía de verdad. Te dan una receta, una palmada en la espalda y te dicen que “lo importante es la prevención”. Claro, cómo no: si previenes enfermarte, no jodes el sistema. Es brillante.

Y mientras tanto, el ciudadano de a pie sigue esperando su operación de vesícula que lleva tres años en lista, su mamografía que ya caducó, y su derecho constitucional a la salud que se quedó atrapado entre dos escritorios y una huelga médica más.

Pero no hay que perder la esperanza. ¡Quizás algún día el Perú tenga un sistema de salud que no te mate de indignación antes que de enfermedad! Hasta entonces, tómate tu mate de ruda, amárrate un pañuelo rojo, y repite con fe: “con salud pública no se juega… pero sí se lava plata”.