Desde que el Papa Francisco emprendió su viaje definitivo al Reino Celestial (o al menos al más allá según protocolo), el Vaticano ha vuelto a ponerse en modo “alta tensión con incienso”: los cardenales están encerrados, sin celular, sin WiFi y probablemente sin café decente, eligiendo al próximo Papa. Sí, el cónclave ha comenzado, y la maquinaria más antigua del mundo sigue girando con más intrigas que una serie de Netflix.
Habemus misterio
En estos momentos, la Capilla Sixtina —ese lugar que Miguel Ángel nunca imaginó como cabina de votación— está siendo escenario de debates santísimos pero intensos. Nadie puede salir ni dar señales, salvo una: el humo, que como en todo buen ritual medieval, nos dice si ya hay un elegido o si debemos seguir esperando con los memes preparados.
Los papables
Se barajan varios nombres, cada cual con su propia narrativa de redención, poder e historia. Entre los favoritos están:
- Pietro Parolin (Italia): El secretario de Estado, diplomático fino, con cara de que ya sabe que será Papa desde hace cinco años.
- Luis Antonio Gokim Tagle (Filipinas): carismático, joven (para estándares eclesiásticos), y con fuerte respaldo en Asia.
- Peter Kodwo Appiah Turkson (Ghana): defensor de justicia social, africano con gran experiencia en el Vaticano.
- Fridolin Ambongo Besungu (RD Congo): fuerte en temas de derechos humanos, con una imagen de liderazgo férreo.
¿La Iglesia optará por un rostro nuevo y global o se quedará con la vieja guardia romana? El Espíritu Santo, según nos dicen, decidirá. Pero algunos cardenales también tienen opinión, curiosamente.
Sátira bendita
Mientras tanto, afuera del Vaticano los periodistas se derriten bajo el sol romano, haciendo guardia como si esperaran la segunda temporada del cónclave. Expertos en sotanas improvisan teorías, y hasta TikTok tiene filtros de “elige tu Papa”.
Por dentro, los cardenales llevan varias votaciones, se sabe que no hay acuerdo, y la única certeza es que los menús vaticanos están más analizados que las Escrituras. A este ritmo, el próximo pontífice podría salir con barba crecida y más flaco, pero con experiencia en aislamiento nivel monástico.
Conclusión
Así está Roma: con ojos puestos en una chimenea y corazones llenos de expectativas. La Iglesia Católica está a punto de escribir un nuevo capítulo, y aunque el proceso parezca de otro siglo, sigue marcando el pulso espiritual de millones.
Que venga el humo blanco… y con suerte, ¡con estilo!