Hay barcos que no solo surcan mares, sino también memorias y símbolos. Entre ellos está el B.A.P. Unión, el majestuoso buque escuela de la Marina de Guerra del Perú, que este 2025 se convierte en uno de los protagonistas de SAIL Amsterdam, el festival marítimo que cada cinco años convierte a la capital neerlandesa en un puerto abierto al mundo.
El Unión, con sus 115 metros de eslora, cuatro mástiles y 34 velas desplegadas como alas de historia, no es un navío cualquiera. Es el más grande de América Latina y, más aún, un embajador flotante del Perú, llevando no solo cadetes en formación, sino también la memoria cultural de un país que alguna vez vio partir a sus incas a conquistar océanos.
En su proa, como un guardián del tiempo, se alza el Túpac Yupanqui de bronce, obra de Pilar Martínez Woodman: el emperador que extiende su mano al sol, símbolo de una cosmovisión que aún navega, esta vez sobre aguas europeas. No es casualidad que el diseño mismo del buque integre iconografía inca, como si cada travesía fuese también un acto de resistencia cultural.
El SAIL Amsterdam 2025 recibe al Unión como se recibe a un invitado ilustre. Entre galeones históricos, fragatas europeas y veleros legendarios, la nave peruana impone respeto y admiración. No solo por sus cifras colosales —más de 3.400 metros cuadrados de velamen— sino por lo que representa: una nación que, desde la otra orilla del Atlántico, ha sabido transformar su mar en una extensión de identidad.
Su presencia en los canales de Ámsterdam recuerda que el océano no divide, sino que une. Que los barcos, cuando son más que acero y madera, pueden convertirse en bibliotecas flotantes de memoria, diplomacia y orgullo nacional.
El B.A.P. Unión no vino a competir, sino a dialogar con el mundo. Y en ese diálogo, el Perú se hace presente con la misma fuerza con la que el Inti iluminaba los caminos de sus antiguos navegantes.
En la fiesta marítima más grande de Europa, el buque escuela peruano no es solo una nave: es un poema de velas y viento.