En el corazón de los Países Bajos, cuna del pintor Vincent van Gogh, existe un homenaje que combina arte, tecnología y naturaleza de una manera insólita. Se trata de una ciclovía que brilla en la oscuridad, inspirada en la obra La noche estrellada (1889), uno de los cuadros más célebres y reconocibles del genio neerlandés.
La obra fue inaugurada en 2014 en la localidad de Nuenen, cerca de Eindhoven, lugar donde Van Gogh vivió entre 1883 y 1885 y donde pintó varias de sus obras tempranas. La ciclovía forma parte de la llamada Van Gogh-Roosegaarde Fietspad, diseñada por el artista y visionario holandés Daan Roosegaarde, reconocido por integrar la luz y la tecnología en proyectos de espacio público.
El resultado es un camino ciclista de aproximadamente 600 metros, recubierto con miles de pequeñas piedras con recubrimiento fotoluminiscente. Estas partículas absorben la luz solar durante el día y, al caer la noche, liberan un resplandor azul verdoso que simula los movimientos circulares y vibrantes de la obra maestra de Van Gogh. El pavimento luminoso se completa con luces LED alimentadas por energía solar, lo que refuerza su carácter sostenible.
El efecto visual es hipnótico: quienes recorren la ciclovía en bicicleta o a pie experimentan la sensación de viajar dentro de la pintura, rodeados de remolinos de luz que evocan la fuerza y la intensidad del lienzo original. Al mismo tiempo, la obra cumple un propósito práctico al mejorar la seguridad nocturna de los ciclistas, sin recurrir al exceso de alumbrado eléctrico.
La ciclovía se integra además en la Ruta Van Gogh, un recorrido ciclista de más de 335 kilómetros que conecta distintos lugares vinculados con la vida y obra del artista en Brabante Septentrional. De este modo, la intervención de Roosegaarde no solo es un tributo estético, sino también un recurso turístico y cultural que atrae visitantes de todo el mundo.
Lo más fascinante es que este proyecto no busca únicamente conmemorar a Van Gogh, sino también abrir un diálogo entre pasado y futuro. Al unir la tradición artística con la innovación tecnológica, la ciclovía propone una nueva forma de experimentar el arte: no en un museo, sino en el espacio público, al aire libre y de manera interactiva.
Para Roosegaarde, “la luz es nuestra poesía” y, en esta obra, esa poesía se manifiesta como un puente entre el legado de un pintor universal y los desafíos contemporáneos de sostenibilidad y diseño urbano.
Hoy, más de una década después de su inauguración, la ciclovía que brilla en la oscuridad sigue siendo un ejemplo de cómo la creatividad puede transformar lo cotidiano en una experiencia artística. Una forma de pedalear, literalmente, sobre las estrellas de Van Gogh.