Gregorio X: El Papa que esperó tres años… y cambió la historia del Vaticano llevando a la creacion del cónclave.

Si hoy en día vemos a los cardenales encerrarse bajo llave en la Capilla Sixtina para elegir a un nuevo Papa, es gracias —o por culpa— de Gregorio X, el pontífice cuya elección fue tan larga y caótica que obligó a inventar el cónclave.

Tres años sin Papa: el caos de 1268

Tras la muerte del Papa Clemente IV en 1268, el trono de San Pedro quedó vacío durante casi tres años. Sí, tres años. ¿Por qué tanto tiempo? Porque los cardenales —22 en total— no lograban ponerse de acuerdo. Algunos defendían los intereses del reino francés, otros los del Sacro Imperio Romano Germánico.
El proceso se convirtió en un tira y afloja diplomático que rozaba la farsa.

La sede papal estaba en Viterbo, al norte de Roma, y sus ciudadanos, cansados del circo cardenalicio, decidieron tomar cartas en el asunto: encerraron literalmente a los cardenales, les bajaron el techo del edificio (sí, físicamente), y redujeron sus raciones de comida. Todo para forzar una decisión.

Un Papa inesperado

Finalmente, en 1271, se eligió a Teobaldo Visconti, un noble italiano que ni siquiera era cardenal en ese momento. Estaba de cruzada en Tierra Santa cuando recibió la noticia.
Adoptó el nombre de Gregorio X, y su primera gran misión fue reformar el proceso electoral papal, que claramente no funcionaba.

Nace el cónclave

En el Segundo Concilio de Lyon (1274), Gregorio X decretó que, tras la muerte de un Papa, los cardenales debían reunirse enclaustrados («con clave»), sin contacto con el exterior, hasta elegir a su sucesor.
Además, introdujo reglas que hacían que los cardenales recibieran menos comodidades y comida cuanto más se tardaran en decidir. Un sistema muy práctico y, como sabemos, duradero.

El cónclave no solo trajo orden al caos medieval, sino que se convirtió en una de las instituciones más icónicas de la Iglesia Católica.

El Papa reformista

Gregorio X también intentó unir a las Iglesias católica y ortodoxa y promover una nueva cruzada. Murió en 1276, tras un breve pero trascendental pontificado.

Conclusión

La historia de Gregorio X es una de esas joyas culturales que parecen sacadas de una novela medieval, pero que marcaron profundamente el curso de la historia religiosa.
Gracias a su visión (y a la impaciencia de los ciudadanos de Viterbo), hoy sabemos que hasta en el Vaticano, a veces, solo se logra avanzar encerrando a todos en una habitación y esperando lo mejor.