Hay días que no necesitan ser extraordinarios para quedarse grabados. Este lunes de Pascua fue uno de esos. Me desperté con buen ánimo, como si algo silencioso ya me anunciara que el día prometía, aunque fuera bajo una lluvia tímida y un cielo gris. Mi esposa, nuestro hijo de casi dos años y yo salimos rumbo a un evento del vecindario: la tradicional búsqueda de huevos de Pascua.
Vivimos en Holanda, donde la primavera se asoma con reservas, entre flores que aún dudan si abrirse del todo y cielos que parecen no decidirse entre sol o lluvia. Hoy, lloviznaba. Pero eso no impidió que los niños salieran corriendo al pequeño bosque del barrio con sus canastas en mano, como si la lluvia fuera solo un efecto especial más de la aventura.
Nuestro pequeño, aún torpe pero decidido en sus pasos, caminaba junto a nosotros, curioso, riendo al ver a otros niños correr y celebrar cada huevo encontrado como un tesoro. No hay nada más bello que la simplicidad con la que los niños viven el momento. Y verlo disfrutar, fue también nuestro regalo.
Hablamos con algunos vecinos. Saludos sencillos. Preguntas como “¿cómo están?”, que suenan distintas cuando se dicen caminando entre árboles mojados y risas infantiles. La Pascua, en su versión más tierna, se desplegaba frente a nosotros. Nada de conejos gigantes ni producción de feria. Solo niños, padres y madres, lluvia y naturaleza. ¿Hace falta más?
Cuando terminamos, volvimos a casa con la ropa un poco húmeda, pero el corazón completamente tibio. No hubo discursos, no hubo grandes planes. Solo un momento compartido en comunidad, como un recordatorio de que en un mundo acelerado, los instantes simples siguen teniendo valor.
Quizás sea esto lo que a veces olvidamos: que la felicidad no siempre está en el viaje largo, sino en caminar bajo la lluvia ligera con quienes amamos, en buscar huevos de chocolate con niños que aún creen en la magia, en saludar a un vecino como si fuera la primera vez que lo vemos.
Hoy fue una Pascua gris por fuera, pero con luz adentro. Y de eso también se trata la vida.