La Ilíada: por qué aún vale la pena leer la guerra más antigua del mundo

La Ilíada no es solo un libro viejo. Es un canto antiguo que todavía ruge. Escrita hace casi 3.000 años y atribuida a Homero, esta epopeya griega sobre la guerra de Troya sigue teniendo algo que las noticias de hoy no: sentido del destino, belleza brutal y preguntas sin respuestas fáciles.

¿De qué trata realmente? Todos conocemos algo: Aquiles, el gran héroe; Héctor, su rival noble; los dioses entrometidos; la guerra por Helena. Pero leer La Ilíada no es solo repasar una historia. Es entrar en un mundo donde el honor pesa más que la vida, donde la cólera puede cambiar el curso de los días, y donde los dioses actúan como humanos caprichosos (o peor).

¿Por qué leerla hoy?
Porque no hay épica moderna que iguale su fuerza poética. La Ilíada no glorifica la guerra: la expone con toda su crudeza. La muerte es violenta y detallada, pero también se detiene en lo íntimo: un padre que suplica por el cuerpo de su hijo, un enemigo que admira al otro justo antes de matarlo. Homero parece preguntarnos: ¿qué queda del héroe cuando el orgullo ya no alcanza?

Además, es un libro sobre emociones extremas. La ira de Aquiles es el eje de toda la obra. Y esa ira —tan humana, tan irracional— sigue viva en cualquier oficina, en cualquier pantalla, en cualquier corazón despechado. Homero entendía algo que a veces olvidamos: que las emociones mueven más al mundo que los argumentos.

Cosas curiosas que quizás no sabías:

  • La Ilíada termina antes del famoso episodio del caballo de Troya. Esa parte aparece en La Eneida de Virgilio, escrita siglos después.
  • El texto fue transmitido oralmente por siglos antes de escribirse, y algunos expertos creen que varios poetas contribuyeron a su forma final.
  • Alejandro Magno dormía con dos objetos bajo la almohada: una daga y una copia de La Ilíada anotada por su maestro Aristóteles.

¿Y si te intimida?
Leela en una buena traducción moderna (hay muchas en prosa o verso). Y no te sientas obligado a entender cada nombre o linaje. Dejá que el ritmo, los gestos, las imágenes hagan su trabajo. Es literatura que no se resume: se siente.

Leer La Ilíada es, en cierto modo, volver al origen. No solo del relato épico, sino de la condición humana narrada con arte. Porque aunque hayan pasado milenios, seguimos luchando por orgullo, llorando por amor y temiendo a lo inevitable.

Y eso, Homero lo cantó mejor que nadie.