Leer a Mario Vargas Llosa no es solo un viaje por la narrativa latinoamericana, es una clase magistral de política, deseo, libertad y contradicción. Es abrir un libro y sentir que entras a una conversación elegante y provocadora con uno de los grandes de la literatura en español.
Ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010, Vargas Llosa no necesita presentación, pero sí lectura. Y no solo porque su prosa es impecable —que lo es—, sino porque sus historias nos interpelan desde todos los frentes: lo íntimo, lo histórico, lo moral y lo humano.
Desde sus inicios con La ciudad y los perros, donde denunció la brutalidad del sistema militar en el Perú, hasta novelas como La fiesta del chivo, donde retrata con crudeza la dictadura de Trujillo en República Dominicana, su obra es una radiografía de América Latina… sin anestesia, sin adornos.
Leer a Vargas Llosa es atreverse a pensar, incluso a disentir. Porque sí, se puede no estar de acuerdo con él, pero es casi imposible no admirar cómo construye sus mundos. Sus novelas se leen como si uno caminara por un laberinto narrativo donde cada giro tiene sentido, donde cada personaje está tejido con filigrana.
Además, pocas veces la literatura mezcla con tanta fuerza el erotismo, la política y el poder como en sus textos. Vargas Llosa escribe con una libertad que incomoda y seduce a partes iguales.
¿No sabes por dónde empezar? Prueba con Conversación en La Catedral si te interesa la política y el existencialismo. O Travesuras de la niña mala si buscas algo más íntimo, con sabor a nostalgia y rebeldía.
Leer a Mario Vargas Llosa no es solo leer a un autor, es leer una época, una región y una forma de entender el mundo.
Y sí, a veces desafía, a veces provoca, pero siempre, siempre vale la pena.