Dina Boluarte y su “operación comando”: el lifting más presidencial del año

Lima, capital de las cirugías secretas y los silencios quirúrgicos. Mientras el país se hunde entre crisis, protestas y una economía con más parches que el Congreso, nuestra presidenta Dina Boluarte parece haber decidido que la mejor forma de “levantar” al Perú era empezar por su rostro.

Según el periodista y escritor Jaime Bayly —en uno de sus ya clásicos y afilados videos desde Miami—, la presidenta habría aprovechado unos días libres del desgobierno para someterse a una cirugía estética en el rostro. Y aunque el Palacio no lo ha confirmado, tampoco lo ha negado (lo cual, en política peruana, equivale a un “sí pero no, o tal vez”).

Bayly, con su característico sarcasmo, aseguró que Boluarte regresó “rejuvenecida” tras unas misteriosas ausencias, como si los problemas del país se hubieran planchado junto con las arrugas. “Mientras en la calle la gente protestaba, ella se quitaba los signos de expresión. Al menos alguien está borrando algo en este país”, ironizó el periodista.

Y claro, el pueblo peruano —que nunca deja pasar una oportunidad para el meme— reaccionó con creatividad quirúrgica. En redes sociales aparecieron montajes de Dina con vendajes presidenciales, Dina en sala de recuperación con la banda presidencial y hasta Dina con un bisturí en la mano firmando decretos.

Un país en cuidados intensivos (pero con botox)

La operación, que según rumores no confirmados habría sido realizada fuera del país, llega justo cuando su popularidad se encuentra en cuidados intensivos. Pero quién necesita aprobación ciudadana cuando se tiene un buen lifting y un peinado de gala.

Lo curioso es que Dina siempre ha dicho que gobierna con la “frente en alto”, pero ahora, gracias a la cirugía, esa frente parece no poder bajarse. Según fuentes médicas no oficiales, el procedimiento también habría incluido una “reducción de expresividad democrática”.

Conclusión: menos arrugas, más democracia

En un país donde los presidentes caen más rápido que los párpados sin colágeno, lo de Dina es toda una novedad: no cambia el gabinete, pero cambia de rostro. No mejora la salud pública, pero invierte en estética privada. Tal vez es su forma de decirnos que el verdadero cambio empieza por uno mismo… al menos, frente al espejo.