ARTCULO DE FICCION, NADA DE ESTO ES REAL.
En una operación que no involucró cohetes, pero sí mucha vergüenza institucional, la NASA se vio obligada a intervenir esta semana tras descubrir que un grupo de niños había pasado nueve meses varado en uno de sus campamentos espaciales. No en Marte, no en la Estación Espacial Internacional… sino en un centro de simulación en Alabama.
Los niños, de entre 10 y 13 años, fueron inscritos en el “Campamento Espacial Junior Explorer”, un programa educativo de cinco días diseñado para que los participantes aprendan sobre misiones espaciales, trabajen en equipo y usen monos naranjas que hacen sentir a cualquiera como astronauta. El problema es que a este grupo nadie fue a recogerlos. Literalmente.
“Pensamos que era parte del entrenamiento de supervivencia”, confesó Derek, de 12 años, quien ya responde instintivamente a cualquier comando en lenguaje de control de misión. “El manual decía que los astronautas debían ser resilientes. Así que lo fuimos. Solo que… mucho.”
El incidente salió a la luz cuando uno de los niños logró conectarse a una vieja laptop en el simulador del transbordador y enviar un mensaje al estilo Houston, tenemos un problema, aunque con emojis.
La NASA, tras confirmar que efectivamente no era parte de una simulación avanzada de resistencia psicosocial, activó lo que ellos llamaron “el protocolo de recuperación terrestre”. Al llegar, los rescatistas encontraron a los niños organizados por rangos, turnándose para hacer rotaciones de órbita (imaginarias), reciclando snacks desde hace meses y elaborando una nueva sociedad con su propio sistema de gobierno. La presidenta, Emily, de 11 años, se negó a entregar el mando hasta recibir garantías de que su régimen sería reconocido en al menos una ONU infantil.
Los padres, por su parte, asumieron que el silencio prolongado era señal de un programa educativo “muy inmersivo”. “Es que en casa Derek nunca me escucha, así que cuando no llamó, pensé: ‘wow, está creciendo’”, dijo su madre mientras intentaba recordar dónde guardó su licencia parental.
Fuentes internas aseguran que el error se debió a una falla en el sistema de registro digital, combinado con una cadena de e-mails mal etiquetada y una impresora sin tóner, lo que, como todos sabemos, puede desatar el Apocalipsis administrativo.
Mientras tanto, la NASA ya está evaluando rediseñar el programa. Entre las sugerencias: incluir una cláusula que impida que los campistas funden sus propias repúblicas y, quizás, una revisión semestral para asegurarse de que no han sido olvidados.
Los niños serán reintegrados a sus hogares esta semana, aunque algunos ya han mostrado resistencia. “Aquí no hay Wi-Fi, pero al menos nadie nos obliga a comer vegetales,” protestó uno de ellos antes de ser convencido con la promesa de pizza.
La NASA, por su parte, ha prometido que esto no volverá a suceder. Aunque, como bien saben en la agencia, el espacio… siempre guarda sorpresas.