Reseña de El Literato
En un año repleto de cine ruidoso y efectos espectaculares, La joven con la aguja (The Girl with the Needle), del director sueco Magnus von Horn, se impone con una propuesta austera, inquietante y emocionalmente brutal. Ambientada en la Dinamarca de posguerra, la película es un drama sombrío basado en hechos reales que retrata con pulso firme el descenso a la oscuridad de una mujer común, empujada al límite por la sociedad y sus carencias.
La historia gira en torno a Karoline, una joven obrera que queda embarazada después de que su novio desaparece sin dejar rastro. Sola, sin recursos y en una sociedad que no perdona la maternidad fuera del matrimonio, Karoline encuentra trabajo en una clínica clandestina de adopción dirigida por Dagmar Overbye —una figura real que más tarde sería condenada por múltiples asesinatos de niños a los que debía cuidar o entregar en adopción.
Lo que sigue es una transformación tan sutil como perturbadora. Karoline, interpretada con intensidad contenida por Vic Carmen Sonne, evoluciona de víctima a cómplice, y finalmente a figura central de una historia que se desliza lentamente hacia el horror moral. Magnus von Horn no utiliza sobresaltos ni efectismo: su horror es silencioso, cotidiano, y por eso mismo más devastador.
Visualmente, la película es impecable. Rodada en blanco y negro con una fotografía que recuerda al cine de Carl Theodor Dreyer, cada plano está cargado de textura emocional. La frialdad de los espacios, los silencios prolongados y el ritmo pausado construyen una atmósfera de opresión casi física. Aquí no hay lugar para el sentimentalismo ni para el perdón fácil: lo que se muestra es la crudeza de una sociedad que castiga a las mujeres por ser pobres, solas y madres.
La gran virtud de La joven con la aguja es que evita el morbo. Von Horn se concentra en los efectos psicológicos del abandono, en la fragilidad de la moral bajo presión, y en la soledad como caldo de cultivo para la tragedia. Karoline no es presentada como una monstruo, sino como una consecuencia. Y eso, irónicamente, resulta aún más inquietante.
Si bien su tono sobrio puede parecer lento para algunos espectadores, quienes entren en su ritmo encontrarán una obra poderosa, de esas que se quedan dando vueltas en la cabeza días después de verla.
Calificación: 4.5 de 5 estrellas
La joven con la aguja es un cine sin adornos, sin concesiones y sin respuestas fáciles. Una tragedia íntima y social que incomoda, conmueve y deja una huella. No es solo una película sobre el crimen; es un retrato helado de una sociedad que empuja al abismo a quienes menos tienen.